Fred Bastardo, de Hanford, en el Valle de San Joaquín en California, se fue a un mercado local a comprar boletos de lotería “raspaditos” con un objetivo claro: ganar.
Compró un boleto de lotería Scratchers pero no resultó un ganador, ni tampoco con el segundo, ni el tercero. “No me iré hasta que obtenga un ganador”, le dijo al empleado.
Después de que su cuarto boleto no ganó, Bastardo compró un quinto boleto de la lotería Scratchers Mystery Crossword, un crucigrama de $10 dólares, mientras se decía a si mismo y al empleado: “De acuerdo, si no gano, he terminado”.